martes, 11 de agosto de 2009

Un viaje lisérgico en Las Vegas

Originalmente publicada en 1971 por la revista Rolling Stone, la novela Fear and Loathing in Las Vegas de Hunter S. Thompson cuenta cómo el viaje del periodista a las Vegas para cubrir la carrera anual de motocicletas Mint 400, se transforma en un fin de semana lleno de excesos y cargado de psicosis en busca del sueño americano.

Se hicieron varios intentos de adaptar la obra al principio de los noventas pero ninguno con éxito, hasta que Rhino Films contrató al reconocido cineasta Terry Gilliam para llevar a cabo la cinta. Con Johnny Depp como el extravagante antihéroe Raoul Douke (un seudónimo inventado por Thompson) y Benicio del Toro como su perturbador abogado samoano Dr. Gonzo, Gilliam hace de esta película una aventura lisérgica rica lingüísticamente, con un humor negro que es perceptible desde que ésta comienza: en su camino por la carretera del desierto hacia Las Vegas, Duke bajo los efectos de LSD alucina murciélagos volando cerca de su Impala convertible y con un matamoscas los intenta ahuyentar. Al frenar abruptamente el automóvil Dr. Gonzo, con un repentino deseo por recoger a un hippie pidiendo ride (un casi irreconocible Tobey Maguire), en un primer plano la cámara capta la expresión ansiosa de Depp, mientras rápidamente gira su cabeza analizando el entorno y exclama la hilarante frase “No podemos detenernos aquí. Este es pueblo de murciélagos.”

La interpretación de Depp es exitosamente cómica al igual que genuinamente convincente, con la actitud adecuada para encarnar al legendario periodista. Al conocer a Depp, Thompson quedó convencido de que nadie más podría representarlo, así que el actor se mudó 4 meses a su sótano para estudiar sus gestos y hábitos. Por su parte el puertorriqueño Del Toro aumentó 18 kilos para su papel como el grotesco Dr. Gonzo. A lo largo de la película las escenas en las que Del Toro confronta a mujeres van de graciosas situaciones incómodas a tensantes con un grado enorme de seriedad. El abogado acosa a una reportera (cameo por parte de Cameron Diaz) y a su equipo en un elevador con una navaja, secuestra a una menor de edad (Christina Ricci en otro divertidísimo cameo) fanática de Barbra Streisand a la que hace comer ácidos y en una de las escenas más abrumadoras de la película, humilla a una mesera que se niega a tener sexo con él. Esta escena es muy importante para Gilliam quien menciona “Son dos sujetos que han caído en lo más bajo, es imperdonable – esa escena, es fea. Mi enfoque, más que desecharla, era hacer esa escena el punto bajo.”

Con una tradición de personajes excéntricos y de comportamiento maníaco, Gilliam hace un trabajo excepcional con este par de junkies cuyo consumo de drogas es desmesurado. Sólo basta con ver como los ojos de Depp salen de sus órbitas cada vez que inhala cocaína o la secuencia en donde consumen éter antes de entrar a un circo de Las Vegas en donde pierden toda capacidad motriz, tambaleándose para llegar a la entrada – completa decadencia. El director también emplea diferentes tipos de iluminación y técnicas para diferenciar los efectos de cada droga. Con el LSD todo se percibe más ancho, con adrenochrome la iluminación de la habitación se vuelve completamente rojiza mientras que con las demás drogas las luces parecen surgir de ningún lugar en específico.

Es probable que Fear and Loathing in Las Vegas resulte desagradable para un gran número de público por su controversial temática o porque simplemente no encontrarán sentido o humor alguno en el filme; de cualquier manera Terry Gilliam ha consagrado con este trabajo una de sus más magníficas películas, el mismo director ha reconocido su satisfacción con ella puesto que el estudio no lo limitó y tuvo total libertad creativa. Fear and Loathing in Las Vegas es un testamento sobre la persecución del sueño americano al comienzo de los setentas con Las Vegas como la cuna del consumismo y los excesos, una retorcida obra autobiográfica con un particular estilo subjetivo narrativo.

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